martes, 17 de marzo de 2015

Zambra


 

Coyatok, Chiapas, sobre un concierto de Orcus, un sábado 14 de marzo del 2015.

Tuxtla Gutiérrez.- En la mitología romana, “Orcus” (u Orco) era uno de los demonios del inframundo encargado de castigar los juramentos rotos. Era, a veces, un nombre alternativo para Plutón, Hades o Dis Pater, dios de la tierra de los muertos. El nombre perfecto para un grupo de metal.


Llegué tarde al evento. El sonido era ensordecedor, pero me las arreglé para saber que había arribado justo cuando tocaba la tercera de cinco bandas. Medio concierto no está mal, aunque me perdí de Acteal 45 y Blast Radius. Ya será para la próxima.
En el escenario, Demential, un trio “deathmetalero” oaxaqueño, era el responsable de mover al personal. Ese sábado asistimos una horda de demonios, hombres y mujeres casi por igual, aunque el escenario ubicado en la avenida Novena Norte no estaba lleno.

El mejor pretexto para una fiesta es ver a una buena banda en vivo… Después de un extenso silencio, Orcus sube por fin al escenario: Felipe en los gritos, Carlos “Diablo” en la batería, Rubio en una guitarra, “Pestañas” en la otra y, como nuevo bajista, el maestro “Mayito”. Es el segundo toquín desde el regreso de Orcus. Hace un año se reincorporó a la escena del metal chiapaneco. Personalmente tenía mucho rato sin verlos tocar, más de 15 años, seguramente el mismo tiempo que ellos llevaban separados.


La calidad de la música sigue siendo indiscutible. Pareciera que llevan tocando juntos toda la vida, sin esa pausa de más de una década. Impresionantes solos del zurdo Rubio, poderosos redobles de los tambores de Carlos Diablo y los guturales sonidos de Felipe, se llevaron la noche. La adrenalina corría y se empujaba al de a lado al ritmo de los cinco demonios. Canción tras canción iban demostrando porqué fueron la banda más reconocida del Sureste del país y Centroamérica en su género, no sé si por ser fan o amigo de los músicos, pero cada canción me sonaba más emocionante a pesar de algunos detalles con el sonido, o quizá la emoción de revivir junto con la banda muchas emociones pasadas. Escuchar “El Sucesor”, uno de los temas más conocidos, fue memorable, de hecho aún tengo la cinta que estos señores grabaron en los mismísimos 90.

Al evento se dieron cita muchos personajes conocidos en el ámbito de la música y la contracultura de la ciudad, lo cual le dio un toque aún más místico a la reunión de “la leyenda”. Después del clásico “encore”, provocado por el “otra, otra”, la fiesta de abrazos y saludos fue inevitable, los Orcus bajaron del escenario y quienes acudimos a verlos en el Salón Anderson, sin excepción, queríamos felicitarlos.

El concierto seguía en altas. Faltaba el cierre con broche de oro: Acrania, una banda del Distrito Federal de latin metal que está dando mucho de que hablar en la escena nacional. Se presentaron como cuarteto haciendo una mezcla de géneros latinos dentro de su bullicioso metal. El toque exótico lo dan con sus vestimentas muy “hawaianas” y con los dos guitarristas que también ejecutan la trompeta y el saxofón dentro de sus canciones. Excelente propuesta para ir conociendo.

El inevitable fin llegó, las luces se encendieron, se vendieron los últimos vasos de cerveza y no quedó mas que agradecerle a Felix y a su equipo de Power Ties por haber realizado el concierto y seguirle apostando/invirtiendo a la cultura, a las propuestas nuevas, a los talentos de la ciudad. Afortunadamente todos y todas nos conocemos de una u otra manera, así que al despedida fue extensa.
No recuerdo cómo regresé a casa o a qué hora, pero eso no importa, el Orcus volvió a las andadas y estuvimos ahí para disfrutarlo.

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