lunes, 3 de noviembre de 2014

Reseña por Deysicristel R. G. Osorio Cruz



Una linotte es una “cabeza de chorlito” en el idioma francés. El padre de Anaïs Nin, solía llamarla así, y es por eso que he decidido nombrar esta reseña con el apelativo más preciado para ella. 


Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell nació el 21 de febrero de 1903. Fue una escritora nacida en Francia y con padres cubano-españoles, sin embargo, pasó una gran parte de su vida viviendo en Estados Unidos, consumándose como una de las escritoras estadounidenses más transcendentales de su época. Comenzó escribiendo escritos efímeros acompañados con sus ya célebres diarios que van del tomo uno al siete. Su primer diario lo escribió a comienzos del siglo XX a la edad de once años, el cual estaba cargado de ingenuidad y ensoñaciones. Tenía siempre presente el inmenso amor y devoción a sus padres, y creía en cuentos de príncipes y princesas. Hablaba también de sus hermanos, de su vida escolar y sus sueños para el futuro. A los 16 años comenzó un nuevo diario mejor conocido como “diario de adolescencia” en el cual exteriorizaba sus sentimientos, como su falta de seguridad en sí misma por considerarse “fea”; muy a pesar de que todo el mundo le decía lo contrario, siempre tuvo un problema con la persona que estaba tras el espejo. Narraba su búsqueda incansable de encontrar el “romance”, lo cual la tenía siempre en una utopía interminable, imaginando quién sería su “sombra”. En uno de sus libros ella escribió: “Yo, con un instinto profundo, elijo un hombre que provoca mi fuerza, que ejerce demandas enormes sobre mí, que no duda de mi coraje ni mi rudeza, que tiene coraje de tratarme como una mujer", quizás este hombre fue Henrry Miller, uno de los hombres más importantes de la vida de Nin. Anaïs se pensaba a sí misma como una neurótica, tal como ella misma lo dice: “Me niego a vivir en un mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré a mi mundo. Me adaptaré a mí misma”. Dejó la escuela a prematura edad, puesto que creía que podría aprender mejor bajo sus propios recursos. Desde temprana edad ella ya tenía fija una meta: ser una escritora reconocida, así mismo, se consideraba una “sabelotodo” e inclusive una filósofa impasible, queriendo siempre cambiar el mundo a pesar de que siempre habían cosas que le desfragmentaran el ánimo. Sus diarios posteriores fueron madurando junto con ella, encontrando en sí misma cosas que nunca había encontrado, definitivamente una mujer más segura; se abrió paso a un nuevo mundo: el del erotismo, convirtiéndose en la primera mujer en escribir relatos sobre erotismo. Tal cual como ella lo dice: "El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía". Así mismo utilizaba el fuego como una alegoría en sus diarios para puntualizar la pasión que llevaba por dentro: "Sólo creo en el fuego. Vida, fuego. Estando yo misma en llamas, enciendo a otros. Jamás muerte. Fuego y vida", ella sabía que uno de los mayores placeres de la vida era el amar con pasión, desbordaba sensualidad en sus escritos, inclusive más adelante escribió una serie de erotismo junto con Henrry Miller. Sus escritos fueron llenándose de mayor erotismo, publicando: Delta De Venus el cual tenía una fuerte influencia del kamasutra. Se vio inmiscuida en un “escándalo” por decirlo de alguna manera, puesto que comenzaron a surgir interrogantes acerca de su libro La casa del incesto, y por lo que ella cuenta en sus diarios como una “relación incestuosa” con su propio padre, lo cual fue negado por su hermano. Algo que sin duda es un hecho, es que Anaïs Nin fue una escritora lo suficientemente liberal y tenía un gran poder en su pluma, por lo que finalizo esta reseña citando algunas de sus frases más celebres: 


"Somos como escultores, constantemente tallando en los demás imágenes que anhelamos, necesitamos o deseamos, a menudo en contra de la realidad, contra su beneficio, y siempre, al final, un desengaño, porque no se ajusta a ellos".

"Hay dos modos de llegar a mí, mediante los besos o la imaginación. Pero existe una jerarquía; los besos por sí solos no bastan".


"Hay sólo dos clases de libertad en el mundo; la libertad del rico y poderoso, y la libertad del artista y el monje que tienen el coraje de renunciar a las posesiones".


"La carne contra la carne produce un perfume, pero el roce de las palabras no engendra sino sufrimiento y división".

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